Macerados de lavanda, rosas y jazmín
Macerado de zanahoria y fresa
Aceite de oliva macerado con diente de león
Miel ecológica
Macerado de incienso
Macerado de jazmín, naranja y romero
Macerado de tilo
Hidrolato de romero silvestre
Macerado en aceite de oliva de frutas deshidratadas: naranja y membrillo
Macerado en aceite de oliva de jazmín
Macerado en aceite de oliva de rosa canina (escaramujo)
Macerado en aceite de oliva de manzana
Macerado en aceite de oliva de jazmín, rosas y santolina
Macerado en aceite de oliva de romero
Macerado en aceite de oliva de camelias
Cera pura de abeja (opérculo)
Destilado de lavanda (aceite esencial e hidrolato)
Macerado de rosas en aceite de almendras
Macerado en aceite de oliva de rosa canina (escaramujo) y lavanda
VÍDEOS
CÓMO LIMPIAR Y UTILIZAR CERA VIRGEN PURA PARA CREMAS Y JABONES
Cera virgen pura para cremas y jabones naturales. Cómo limpiar esta cera cuando viene directamente de las colmenas.
Es interesante ver la geometría de una celda de panal. En la antigüedad ya comenzaron a hacer valoraciones referentes a la medida de los ángulos del rombo, llegando a la conclusión que las abejas hicieron el cálculo correcto y los matemáticos se equivocaron a la vez que quedaron maravillados de lo cerca que están estos insectos de la perfección. ¿Instinto o inteligencia?, no sé, pero estoy segura que la naturaleza nunca deja nada a la casualidad.
Miel, polen, propóleos, cera y algo tan importante como la polinización contribuyen a un
intercambio entre el reino animal y vegetal admirable. No les podemos pedir más.
Me encantaría seguir contando sobre ellas, pero no quiero alargarme.
La cera virgen es blanca en el momento de ser secretada, oscureciéndose a medida que pasa el tiempo debido a la incorporación y mezcla con el polen, propóleos, mudas y restos anatómicos. Así es como me llega, no tiene buen aspecto pero el olor es muy rico.
Para dejar limpia esta cera hay que mezclarla con agua y calentar, a fuego lento, hasta que se derrita. Luego la pasamos por un colador, se vuelve a llevar al fuego durante dos o tres minutos, retirar, y dejarla reposar.
A medida que va enfriando, la cera irá subiendo a la superficie, merece la pena verlo, es muy curioso, adquiriendo un veteado amarillo. Cuando esté formada la "torta" la sacamos del recipiente y raspamos las impurezas que queden en la base. No hay que esperar a que enfríe del todo pues nos será más difícil limpiarla. A veces repito el proceso pero no es lo frecuente, con una limpieza suele bastar.
Cortamos en trozos no muy grandes y ya está lista para guardarla. Su conservación no requiere demasiados cuidados. Para su utilización en cosmética hay que fundirla. No me puede faltar en jabones y cremas. Como emulsionante natural la considero indispensable y la protección que ofrece a la piel para recuperar su hidratación es realmente buena.
Eso que dicen: "cuanto más la uso más me gusta", pues es muy vulgar pero no lo puede explicar mejor.
Es interesante ver la geometría de una celda de panal. En la antigüedad ya comenzaron a hacer valoraciones referentes a la medida de los ángulos del rombo, llegando a la conclusión que las abejas hicieron el cálculo correcto y los matemáticos se equivocaron a la vez que quedaron maravillados de lo cerca que están estos insectos de la perfección. ¿Instinto o inteligencia?, no sé, pero estoy segura que la naturaleza nunca deja nada a la casualidad.
Miel, polen, propóleos, cera y algo tan importante como la polinización contribuyen a un
intercambio entre el reino animal y vegetal admirable. No les podemos pedir más.
Me encantaría seguir contando sobre ellas, pero no quiero alargarme.
La cera virgen es blanca en el momento de ser secretada, oscureciéndose a medida que pasa el tiempo debido a la incorporación y mezcla con el polen, propóleos, mudas y restos anatómicos. Así es como me llega, no tiene buen aspecto pero el olor es muy rico.
Para dejar limpia esta cera hay que mezclarla con agua y calentar, a fuego lento, hasta que se derrita. Luego la pasamos por un colador, se vuelve a llevar al fuego durante dos o tres minutos, retirar, y dejarla reposar.
A medida que va enfriando, la cera irá subiendo a la superficie, merece la pena verlo, es muy curioso, adquiriendo un veteado amarillo. Cuando esté formada la "torta" la sacamos del recipiente y raspamos las impurezas que queden en la base. No hay que esperar a que enfríe del todo pues nos será más difícil limpiarla. A veces repito el proceso pero no es lo frecuente, con una limpieza suele bastar.
Cortamos en trozos no muy grandes y ya está lista para guardarla. Su conservación no requiere demasiados cuidados. Para su utilización en cosmética hay que fundirla. No me puede faltar en jabones y cremas. Como emulsionante natural la considero indispensable y la protección que ofrece a la piel para recuperar su hidratación es realmente buena.
Eso que dicen: "cuanto más la uso más me gusta", pues es muy vulgar pero no lo puede explicar mejor.
AGUA FLORAL POR DESTILACIÓN DE PLANTAS PARA JABONES Y CREMAS
No es la destilación el único método para extraer propiedades de una planta, hay otros más sencillos que podemos hacer en casa y con buen resultado, como la maceración o alcoholaturas (éstos últimos no sirven si queremos obtener aceite esencial).
Para destilar necesitamos un alambique. Encontrarás buenas ideas en Internet donde podrás fabricar uno casero. Yo preferí comprarlo, te facilita mucho la tarea.
Se compone de varias piezas, la caldera, con una capacidad, la mía, de cinco litros, la columna de vaporización (no es indispensable), el copete condensador, y el condensador refrigerante con un serpentín de cobre.
Hay que llenar la caldera con la mitad de agua y aplicar calor moderado y constante. Encajada a ella va el recipiente (columna de vaporización) donde introduces lo que vas a destilar. Este modelo evita el contacto de la planta con el agua, es mucho más limpio. El vapor pasa a través de la columna, del copete y del condensador refrigerante acabando en las gotitas de hidrolato o agua floral.
Según qué plantas será más o menos rentable. Va muy bien la lavanda y el romero, la jara no tanto. Con dos kilos, aproximadamente, obtengo 200 ml de hidrolato, que habrá que dejarlo reposar si queremos utilizar el decantador o vaso florentino para separar el agua del aceite. Yo me salto este paso, para tan poca cantidad no merece la pena.
Plantas que utilizo, pues suelen ser de mi zona (norte de Guadalajara), cantueso, tomillo, jara y algunas que he plantado en el jardín, melisa, romero, lavanda, hierbabuena, salvia y santolina. Una buena destilación depende mucho de la temporada de recogida, partes de la planta que usemos y lugar donde crece.
A veces me pregunto si me compensa todo este trabajo, siembra, cultiva, recoge, destila, elabora las cremas y jabones... A día de hoy, sí. Es magia llegar hasta el registro o depósito de una planta y capturar su información, lo recomiendo como terapia y para abrir conocimientos, se aprende muchísimo.
DIFERENTES MANERAS DE CORTAR UNA BARRA DE JABÓN
Algo que me llamó bastante la atención es la imaginación que echa la gente a la hora de idear un cortador para el jabón. Algunos son realmente geniales y muy prácticos, otros no tanto.
Hay que probar unos cuantos para saber cuál es el que te gusta más. Yo utilizo dos formas, cuchillo y cortador de hilos de acero. Y entre los dos elijo el primero. El cortador lo uso cuando se me acumulan algunas barras y voy pillada de tiempo, es rápido, y en un segundo has cortado doce jabones exactamente iguales. Pero hacerlo a cuchillo, para mí, es relajante.
Con el cortador ganas tiempo aunque tiene un inconveniente, la cara del jabón no queda suave, tiene un tacto áspero y a veces los hilos de acero dejan su marca con pequeños surcos. También pueden aparecer unas bolitas diminutas por toda la superficie que afean el jabón.
Con cuchillo, bien afilado, tienes el corte perfecto. Inconvenientes, dos, empleas más tiempo y las pastillas de jabón serán todas diferentes en peso y tamaño. Pero la ventaja es que las caras quedan lisas y satinadas. Merece la pena. Es importante, al cortar, deslizar el cuchillo sin pararnos, seguir hasta que la hoja toque la base y no despegarla de golpe del jabón, ir arrastrándola hasta el final. Coger la pastilla por los lados y no por las caras del jabón, éstas aún están frescas y se quedarán estampadas vuestras huellas digitales.
Y aunque lo utilizo poco, el cortador ondulado viene muy bien para variar el modelo, prefiero usarlo en los costados del jabón.
Da bastante quebradero de cabeza intentar averiguar cuál fue la causa por la que el jabón no te ha salido con un corte limpio. Un buen resultado depende de muchos factores, el tiempo que lo tengamos en el molde, los aceites que hemos empleado, la temperatura que alcanza en la saponificación, etc. Controlar todo esto no es fácil, y el mejor consejo que os puedo dar es hacer muchos, pero muchos.
En las fotografías apenas se aprecian las diferencias entre los dos cortes. Si los pudierais tocar sí que las notaríais