La iniciativa era dar salida a la cantidad de jabones que se me acumulaban en las estanterías, la finalidad sensibilizar a la gente sobre este producto, que me parece interesantísimo.
Aunque se habla mucho de este jabón, más que nada por la tendencia actual de volver a lo de antes, a lo natural, sigue existiendo desconocimiento acerca de sus muchos beneficios. El precio, un aroma demasiado suave, a veces inexistente, espuma escasa y algo distinta del jabón convencional, hacen que su consumo no sea el esperado a pesar de todas las propiedades que nos ofrece.
Si tengo que destacar una cualidad de estos jabones es la limpieza suave que proporciona al no contener detergentes, conservantes o fijadores que tanto perjudican nuestra piel, regenerándose mucho antes la capa protectora y, esto es importante, respetando su equilibrio. Quizás la sensación que nos deja después del lavado puede asemejarse a otros, pero con el tiempo notaremos que la piel se fortalece y está más preparada para las agresiones externas.
A muchos de ellos se les denomina natural o artesano cuando son productos de la refundición de una barra de jabón industrial a la que se le han añadido aceites y perfumes. En otros casos, durante el proceso de elaboración, al jabón se le extrae la glicerina, que luego es utilizada para cremas nutritivas. En los naturales la glicerina permanece en su totalidad aportando un brillo y cremosidad extra, por lo que a veces, si el agua es buena, no está muy tratada o no contiene mucha cal, se puede prescindir de hidratantes. Es tal su cantidad de glicerina que es imprescindible el uso de jabonera muy aireada, si lo tenemos en contacto permanente con el agua se deshace, necesita respirar y secarse después de cada lavado.
Su período de conservación es largo, por lo que no podríamos hablar de caducidad, puede perder aroma y color pero su cualidad principal va a mejorar con el paso del tiempo.