Hace meses publiqué una entrada sobre estampación floral en telas naturales recopilando algunos talleres que encontré por las redes. Con ellos aprendí lo básico y lo suficiente para engancharme al tema, pero cuando quise avanzar y aclarar dudas, se me enredó muchísimo la información que obtenía a través de esta vía, así que me apunté a un curso presencial.
Siempre voy a recomendar estos cursos, sin brecha tecnológica, comunicación de primera mano interactuando con la profe, compartiendo experiencias e intercambiando conocimientos con las compañeras y lo más, tocar los materiales, oler, sí, sentir el olor a planta en las telas recién coloreadas, os aseguro que merece la pena. Ah, y por supuesto la inspiración grupal que en estos talleres es digno de mencionar.
Aprendí a utilizar los mordientes para romper la cadena de moléculas que tiene la fibra, paso indispensable que atrapa el color de la planta, y si quieres, puedes modificar este con sustancias alcalinas o ácidas permitiéndote un abanico de tonalidades, igual que pintar a la acuarela. Aprendí, por supuesto, qué plantas son tintóreas y cuáles las más resistentes para fijar y dar estabilidad ante la luz y los lavados y supe, pese a haber despejado todas mis dudas, que iba a necesitar más cursos, no sabéis la amplitud del tema.
Para estos pañuelos de seda natural utilicé las siguientes plantas: camelia, membrillero japonés, moringa, eucalipto, hibisco, achiote y rubia.
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