lunes, 19 de julio de 2021

¿Qué no haríamos por nuestras mascotas?

Mis nuevos compañeros: Ishi y Kai. Una chica evitó que los sacrificaran y los colgó en Milanuncios, allí los encontré. Antes de esto había escrito a dos protectoras y me contestaron que “no era apta” para cuidar a gatitos bebes porque mi casa carecía de protección para estos animales. Al ser una casa de campo, con jardín acotado por vallas no muy altas, podrían escapar, además mis ventanas no tienen mosquiteras, las puertas suelen estar abiertas, bueno, y algunos problemillas más. Me decepcionó muchísimo porque estaba segura de que me los darían, así que me enfadé al principio, pero luego comprendí su trabajo. 

Ahora, tan pequeños, los tengo super contralados, no les pierdo de vista. Y enseñándoles para que, en cuanto tengan edad, puedan andar en libertad por donde quieran, igual que su antecesor. Cazarán por la noche, pasearán al amanecer, treparán a los árboles…  sin collar y sin cascabel.

Os cuento sobre el jabón para nuestros amigos.

Es de aceite de oliva, sin olor, así no interfiere en sus finísimos olfatos, ya que, en el caso de los perros, el cuarenta por ciento de su cerebro está dedicado exclusivamente al análisis de los olores, existiendo una íntima relación entre el olor y el comportamiento. El olfato de los gatos, además de ser muy bueno, no solo le sirve para oler, sino que posee otro órgano adicional, el órgano de Jacobson, en la parte interior y superior de la boca, que le permite, una vez recogidos los olores del aire sobre la lengua, al apretarla contra este órgano, “saborear” dichos olores. Así que lo pensaremos dos veces antes de perfumar a nuestras mascotas.






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