miércoles, 21 de octubre de 2020

Jabón de aceite de escaramujo y tintura de copal

 


Amo el otoño y amo su tristeza
su cielo gris, sus árboles borrosos
entre la niebla, vagamente hermosos...
¿no amáis también vosotros la belleza

desnuda del otoño? El alma empieza
a hacerse buena y honda ¡Y qué piadosos
se hacen los viejos sueños ardorosos!
¡Qué humana ahora la naturaleza!

Oh cielo bajo, luz tan tamizada,
luz tan vencida, compasivo empeño
de dar al hombre asilo y sombra amada.

No sé si el mundo es ya triste o risueño.
Dios se ha dormido. El alma está callada.
Se me ha llenado el corazón de sueño.

Sensación de otoño - Vicente Gaos-

Qué bonita poesía. Pero hablemos del jabón. Sus componentes son aceite de oliva, aceite de coco macerado con escaramujo (rosa canina) y otras hierbas que aún me quedan en el jardín (hierbabuena, lavanda y menta), aceite de girasol, cera de abeja y tintura de copal. Quiero recordaros que el aceite de coco es bajo en ácidos grasos, por lo que es uno de los mejores para absorber los principios activos de la planta, siempre y cuando nos interesen las propiedades medicinales de esta y no las del aceite. Para que os hagáis una idea el aceite de oliva tiene un 87,1 % de ácido oleico, el de coco 5,8 %.




"Cada hoja habla de felicidad para mí, agitando los árboles de otoño"
-Emily Bronte-

lunes, 5 de octubre de 2020

Pasatiempos. Sandalias de esparto

 

-Una selva de piedra-
-Sí, hecha por el hombre-
- ¿Nativos viven ahí? -
-Sí, viven y trabajan-
- ¿Por qué? -
-Para unificar sus esfuerzos, hacer las cosas aprisa y ahorrar tiempo-
- ¿Ahorrar tiempo? ¿por qué? -
-Esa pregunta que me haces todavía no ha podido contestarla nadie- “

Preguntaba Tarzán a Jane mientras sobrevolaban New York en busca de su hijo.
 
PASATIEMPOS
¿Os acordáis de la fórmula que nos enseñaban en el colegio: t = e/v (tiempo es igual a espacio dividido por velocidad)? Sí, viene a decir que cuanto más corramos antes llegaremos, ¿a dónde?, pues depende, habrá una respuesta por cada una de nosotras, yo, casi que me dejo llevar, flotando entre el espacio y el tiempo a velocidad cero, bueno… es que es un derecho que he adquirido por ir cumpliendo años y me permite ralentizar las veinticuatro horas que tengo al día.
Con el confinamiento se me desajustó la ecuación, no sabía qué hacer con el tiempo que antes tenía ocupado... como no se puede acumular. Al principio fueron largas sesiones de cine, cuatro o cinco películas por día, encantada. Después, acabé con todas las harinas de los supermercados, sí, era yo, obcecada en perfeccionar mis panes. Hice jabones y nuevas cremas corporales muy ricas que ya os enseñaré. Y hacia el final del encierro estuve empollando talleres sobre la elaboración de sandalias de esparto. Para esto último casi me faltó tiempo.
 
La idea de hacer las sandalias fue de mi prima Rosa, siempre a la última en todo, ella me asesora, no, me revoluciona con los cosméticos, ropa, zapatos, bolsos y cualquier cosa que sea tendencia: 
- ¡Ani! mira qué chulada, es tu estilo-
-Pero ¡¿qué rabillo te has puesto?! ¡déjame que te pinte! -
- ¿A dónde vas con ese pedazo de mochila? -
-Tengo que cortarte ese pelo-
 
Un torbellino que me pone las pilas.
 
Pues muy lanzadas nos pusimos manos a la obra, con toda la información y dos aprendices, nuestros maridos, que son requeteprolijos, manejables, que no sumisos, y de fiar. La verdad es que fue un acierto contratarlos.
Hicimos el pedido de lo que necesitábamos y del 3 al 9 de agosto, desde las 19,00 h a las 22,00 h, nos curramos las cuatro sandalias. El primer día los chicos quisieron dimitir, pero no les dejamos, totalmente convencidas de que se podían hacer. Y bueno, hubo algunos fallos que se corrigieron sobre la marcha, pero, ya veis que podemos estar contentas con el resultado. Para las de tiras rojas y negras aprovechamos retales de cuero que teníamos en casa, las de color beige están hechas con un viejo cinturón de cuero crudo que ya no me ponía. Suelas, plantillas y pegamento los encargamos a una tienda online especializada y para el montaje nos vimos cientos de vídeos. Solo hay que echarle ganas.









Le dimos cita a la abuela, al atardecer, para un corte de pelo. Rosa no es peluquera pero se apaña bastante bien, le da gracia al pelo respetando la forma natural de su crecimiento, dice que el corte así dura más.