“...Pues... -empezó la nodriza- no es fácil de decir porque...
porque no huelen igual por todas partes, aunque todas huelen bien. Veréis,
padre, los pies, por ejemplo, huelen como una piedra lisa y caliente... no, más
bien como el requesón... o como la mantequilla... eso es, huelen a mantequilla
fresca. Y el cuerpo huele como... una galleta mojada en leche. Y la cabeza, en
la parte de arriba, en la coronilla, donde el pelo forma un remolino, ¿veis,
padre?, aquí, donde vos ya no tenéis nada... -y tocó la calva de Terrier,
quien había enmudecido ante aquel torrente de necios detalles e inclinando,
obediente, la cabeza-, aquí, precisamente aquí es donde huelen mejor. Se parece
al olor del caramelo, ¡no podéis imaginar, padre, lo dulce y maravilloso que
es! Una vez se les ha olido aquí, se les quiere, tanto si son propios como
ajenos. Y así, y no de otra manera, deben oler los niños de pecho...”
EL PERFUME - Patrick Süskind-