-John O’Donohue-
Comprender y dejarse llevar por nuestro ritmo biológico hoy no es fácil, y eso que tenemos un estupendo reloj multicelular genéticamente programado, que libera al menos nueve hormonas para sincronizar nuestro organismo con los ciclos ambientales, sí, como un director de orquesta que dirige y coordina los cambios de ritmo de los músicos. Un estudio de los ritmos viene a considerar la melatonina como el “sincronizador estacional” siendo la luz solar el estimulante por excelencia para que la glándula pineal produzca esta hormona. Su secreción alcanza el máximo por la noche dependiendo de la intensidad de la luz ambiental. Otros factores son el ciclo menstrual, edad, estación del año, tipo de trabajo (diurno/nocturno), stress, ejercicio o ciertos medicamentos.
Desde el punto de vista de la cronobiología, existen tres tipos de personas: las alondras, madrugadores con gran vitalidad, los búhos, vespertinos y trasnochadores y los colibrís que son un término medio. En base a lo anterior se han llegado a numerosas conclusiones, os cuento algunas.
La peor hora para ir al dentista es a las seis de la tarde, pues los mecanismos analgésicos endógenos (por ejemplo, la producción de endorfinas) alcanza su mínimo alrededor de esa hora. Asimismo, la tolerancia al alcohol es mayor por las tardes.
En relación con la alimentación, el mejor momento para asimilar la glucosa es en la mañana, con lo cual las condiciones metabólicas óptimas para bajar de peso son cuando la mayor ingesta se hace durante el desayuno.
En promedio, el máximo rendimiento intelectual se produce entre las 10,00 y las 15,00 horas, y el físico durante la tarde, entre las 16:00 y 17:00 horas, cuando la temperatura corporal es más elevada.
Un mayor índice de errores se encuentra en trabajadores nocturnos alrededor de las tres de la mañana, también después de las horas del almuerzo (se haya o no ingerido alimento).
Algunas de las enfermedades que se presentan mayormente en las mañanas son la artritis reumatoidea (al empezar a moverse), depresión, migraña o el ataque de gota. Por las tardes son frecuentes la ansiedad, osteoartritis, bochornos de la menopausia o la úlcera péptica. Al anochecer es frecuente la dermatitis atópica.
Con el sueño el cerebro se depura. Se limpian restos de productos metabólicos que han ido acumulándose durante el día. Esta limpieza hace que nuestras neuronas vivan más tiempo o se dañen menos. Si se duerme poco o el sueño es muy fragmentado, hay menos oportunidades de que las células “barrenderas” que limpian el cerebro funcionen.
El sueño se prepara de día y el día lo preparamos durante el sueño. Y para preparar el sueño durante el día hay que trabajar los buenos hábitos. La desconexión es uno muy importante y la desconexión digital ya ni os cuento.