"La flor nos conduce a la sensibilización del alma, a
la sabiduría universal. Aquél que pierde la sensibilidad de asombrarse con la
belleza de una flor, deja morir su alma".
Hace muchos años, en la antigua Persia, utilizaban un medio
criptográfico de comunicación a través del simbolismo floral para expresar
sentimientos o emociones. El rey Carlos II de Inglaterra importó este arte a
Europa recopilando información por todo el mundo para instaurarlo en su corte,
dando lugar a la creación de la “floriografía victoriana”, pero hoy solo
podemos especular con los significados de esta comunicación, no somos capaces
de entender la complejidad de aquel hermoso sistema.
La floriografía en esa época fue aceptada como una lengua
más dentro de la sociedad. Desarrolló toda una cultura de mensajes ocultos y
codificados a través de las plantas y sus diferentes composiciones y
características. Era un lenguaje alternativo, sutil y secreto en un tiempo de
costumbres rígidas y estrictas, una forma muy sofisticada de transmitir, solo
al alcance de aquellos que sabían interpretarlas. Para cada momento,
sentimiento o propósito había una flor. Y sí, hoy conocemos el listado de las
atribuciones simbólicas de cada una de ellas, pero no abarca la diversidad que
existió en aquel período.
Tal vez nunca volvamos a entender todo lo que implicaba la
floriografía, ojalá que los estudiosos la recuperen y podamos comunicarnos a
través de ella, es divertido y apasionante descifrar mensajes emocionales que
además estimulan y agilizan la mente.
Jabón de aceite de coco, girasol bio, manteca de cacao y
colofonia
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