lunes, 10 de diciembre de 2018

Jabón de romero y colofonia









El jabón está resquebrajado a propósito. Cerca ya de la navidad, fábrica de recuerdos y tradiciones, quería hacer un jabón para regalar, con apariencia antigua y con ingredientes básicos que hayan estado siempre presentes en su larga historia. Busqué información y encontré una sobre las resinas bastante interesante, concretamente la colofonia o pez griega muy apreciada en jabonería. En los años cuarenta, por no irme más atrás, el jabón de tocador de alta gama llevaba un 5 % aproximadamente de colofonia con el fin de aportarle un tacto sedoso y abundante espuma.

No estaba nada segura del resultado porque nunca había usado este ingrediente y el jabón es tan… imprevisible. La fórmula lleva solo un aceite; oliva macerado con romero, cera de abeja, sal y colofonia. Sabía que esta última acelera mucho la traza y eso ya te pone de los nervios. La disolví con cera de abeja antes de echarla al aceite, vertí la sosa y empezó a endurecer enseguida. Al minuto de batir resultó una masa densa (tipo pasta de almendras para hacer turrón) muy difícil de remover. Contaba con ello, pero no me dejaba de sorprender lo rápido que sucedía todo. Estuve unos treinta minutos mareando el amasijo y con una cuchara lo fui introduciendo en el molde. Presionando, alisando la superficie y suspirando de alivio al terminar lo dejé reposar 24 horas.

Consideraciones: El jabón quedó espectacular. Así que a partir de ahora contaré con la colofonia variando los porcentajes. Fue un subidón de suavidad, olor y espuma. Ah, y aguanta el paso del tiempo como ninguno.

Después de este jabón repetí dos veces más, no varié la fórmula, pero sí la elaboración, cambié algunos pasos que ya os contaré.



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