Jabones de aceite de oliva macerado con fresas, karité, manteca de cacao y cera de abeja
Los hermanos Grimm fueron pioneros en la investigación de
las tradiciones orales. Se dedicaron a reunir cuentos populares, mitos y leyendas
trasmitidos de forma oral con el propósito no de entretener a los niños sino de
honrar la historia cultural de su país, Alemania. Sus primeras publicaciones
iban dirigidas a los intelectuales germanos, pero ante el éxito que tuvieron
entre el público infantil decidieron suavizar las historias haciéndolas menos cruentas
(maltrato, abandono, explotación… habitual en aquella época)
Sus principales fuentes eran mujeres, una de ellas reconocida
con nombre y apellido, Dorothea Viehmann, hija de un tabernero que había oído
muchas historias de viajeros, otra fue Marie quien les narro Caperucita Roja,
Blancanieves y La bella durmiente.
Que las mujeres contamos cuentos ya se sabe, lo decía Elena
Fortún “una profesión deliciosamente femenina”, y sino el popular dicho “cuentos
de viejas”, nos reconocen como memoria viva de la tradición oral. Las leyendas,
los cuentos, los refranes, las canciones vivían mucho más tiempo entre las mujeres.
La madre de los cuentacuentos fue sin duda Sherezade: “astuta
y graciosa hija del gran visir, doncella cuyo espíritu tiene mil y un años, tan
sólo armada de sus sueños y de su arte verbal, domina el fluir del tiempo,
vence a la muerte y se erige en la protagonista señorial del cuento de cuentos”.
Ella nos sedujo en “Las mil y una noches” enamorando y transformando el rencor
y la brutalidad del sultán por el amor y el respeto de este. La búsqueda femenina
de la liberación a través de la sabiduría. Maravilloso cuento.
Sin embargo, hay algo que nuestras antepasadas guardaban celosamente
solo para sus hijas: recetas, escritas a mano o a través de la observación de
los gestos o de las palabras, que formaban parte del ajuar doméstico. Costura,
cocina, remedios caseros de belleza y salud, todo un arsenal simbólico de un
saber y unos ritos transmitidos por madres, abuelas y tías. Lástima que hoy estemos
perdiendo ese legado de enseñanzas tan especial sencillamente porque no tenemos
tiempo, ni de escuchar ni de contar.
Ilustración África Muñoz
Hay un proyecto precioso original de Zimbabue que recupera
la sabiduría y experiencia de las abuelas y las coloca (o las devuelve) al
lugar que durante años ha estado reservado a terapeutas. Es bastante simple,
consiste en hablar de lo que te pasa (preocupaciones, pensar demasiado de manera
enfermiza, depresión, ansiedad…) con una mujer de edad avanzada, en su mayoría abuelas
de origen humilde que saben escuchar sin juicios, verdaderas expertas y sabias
en afrontar las preocupaciones cotidianas en entornos adversos y que han recibido
una formación muy básica sobre temas de psicoeducación y de solución de problemas
¿No os parece fascinante?
“Las abuelas son voces del pasado y modelos de rol del
presente. Las abuelas son puertas abiertas del futuro” Helen Ketchum
Si tenéis alguna de estas joyas en casa pedidles que os
cuente un cuento.
Felices fiestas, os deseo lo mejor
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