-¿Éste aceite para hacer
jabones?!!!!- me preguntaba la encargada de una cooperativa olivarera situada
en las afueras de Jaén -¿y no lo haces con aceite usado?- Antes de que pudiera
contestarle se adelantó uno de mis hermanos y le enseñó con su móvil (el mío es
viejiiiiiísimo y no tengo internet) algunas de las fotografías del blog.
Mientras se las mostraba le explicaba la mar de bien cómo es mi trabajo
haciendo hincapié en los productos que utilizo. La chica ya nos miró con otra
cara, sonrió y me pidió el favor de enviarle algún jabón que hiciera con su
aceite. Del viaje a Jaén han pasado ya algunos meses y os puedo decir que
mereció la pena desviarnos un poco de la ruta para comprarlo. Es excelente,
fruta en estado puro, ligeramente amargo y picante con un color verde intenso
indicativo de aceitunas con un grado de maduración corta, rica en clorofila,
los tonos amarillos-dorados son de recolección tardía, tienen mayor cantidad de
carotenos responsables del color y su sabor es más dulce. Clorofilas
transformándose en carotenos, del verde menta al amarillo pálido, todo un abanico
de colores para nuestros jabones sin necesidad de colorantes.
Yo no tengo preferencias por el
color del aceite, compro el que me ofrezca mejor calidad-precio, aunque a veces
sí que lo tengo en cuenta pues para sacar el crema o rosa suave necesito que sea amarillo pálido. Salvo esta excepción, me encanta cómo juega el
jabón dándome tonos inesperados.
Mirad la foto, el jabón del
centro, que parece que lleva dióxido de titanio (colorante blanco) pero no
tiene, lo hice con un aceite de oliva virgen muy claro en tonalidades
amarillas, los de los extremos, virgen extra, con el de Jaén. Todos llevan los
mismos ingredientes, los mismos porcentajes y la misma elaboración lo único que cambia es el aceite (si os fijáis el de la izquierda tira más a verde que el de
la derecha y es porque son de distinta cosecha)
Pero el color no nos debe
influir si buscamos un aceite de calidad, solo es un indicativo de la cantidad
de clorofila o caroteno que lleva, por esto los catadores profesionales
utilizan copas de vidrio coloreado para que la tonalidad no afecte en su
decisión a la hora de valorar el aceite. Y ¿cómo saber si es de calidad?
Es importante atender a criterios
de producción, aquellos que se han obtenido mediante primera presión, con
prensa hidráulica a menos de 27ºC, o extracción en frío por filtración o
centrifugación de la pasta de aceitunas a la misma temperatura, son los de
mayor calidad. El virgen extra no tiene defecto, pero cuando se le se detecta alguna
falla de estabilidad pierde la palabra “extra”. También se diferencian en su
grado de acidez: 0,8º como máximo para el virgen extra y 2,0º para el virgen.
El aceite de oliva, sin más, con
los apellidos de suave o intenso, es una mezcla de aceites de oliva vírgenes
con refinados a partir de aceites defectuosos (lampantes), obtenido en procesos
químicos o térmicos, que ha perdido gran parte de los compuestos orgánicos y
antioxidantes naturales presentes en los aceites de calidad superior.
Las categorías de estos aceites
son: aceitunas verdes, en envero, maduras, caídas al suelo y podridas. El virgen
extra englobaría a las tres primeras, el virgen se correspondería con la
tercera y cuarta y el lampante con la cuarta y quinta.
Con esta información deberíamos
tener claro qué aceite vamos a utilizar en nuestro consumo alimentario. Para el
jabón, un aceite refinado no le va a ir mal, pero un virgen o extra virgen lo convierte en algo muy especial.
"Siembra un acto y cosecharás un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharás un destino" - Charles Reade
Qué preciosas semillitas y qué hermoso verlas crecer. Deseando recoger lo que hemos sembrado
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