Aceite de oliva macerado con rosas, hidrolato de rosas y esencia de orquídea venus
“Cada espejo, cada pantalla,
cada escaparate es un lugar en el que nos vemos, miramos y comparamos. Son los
jueces insobornables de la belleza y la fealdad. Tan mágicos y sinceros como
taimados y peligrosos. Y hay tantos, y tan al alcance de cualquiera, que es
inevitable contemplarse en ellos, y lo peor es que lo que vemos casi nunca nos
satisface plenamente” (Jesús J. de la Gándara)
Rarísimo que no sea nuestra
imagen lo primero que nos llama la atención cuando pasamos por un escaparate, mirar
a través del cristal, que también nos encanta, está en segundo término. Y todavía más extraño es que en una reunión de cinco chicas, tres de ellas, yo incluida, confiesen que dejaron atrás esa dependencia. Después de reírnos un rato explicamos a las que aún seguían siendo adictas a cualquier superficie que
devuelva su imagen, que como el espejo de casa no hay ninguno. Es nuestro “espejito,
espejito…”, el que nos da el último visto bueno antes de salir y el primero al
regresar. Solo coqueteamos con él.
–¿Por queeeeeeé?- Pues porque hay mucho engaño
por ahí fuera, cientos de ilusiones ópticas que nos acechan nada más salir de casa. Espejos
cóncavos, espejos convexos, juegos de espejos, juegos de sombras, combinaciones
de luces, … ¿Qué sentís cuando os miráis en la luna de un coche, o en el espejo retrovisor, o en algunos de esos horribles probadores?, a mí se me clava en la mente y tardo días en recuperar la autoestima. Vaya, que a cierta edad no se está
para sustos, tema de salud mental.
Al hilo de esto vi una entrevista muy simpática a un personaje de la televisión, Mario Vaquerizo, que viene a corroborar lo que os contaba anteriormente. Decía que siempre antes de salir de casa la última mirada es para su espejo, pone caras y elige la mejor, luego la interioriza y así de estupendo proyecta esa imagen cargada de autoestima a los demás. Pues me parece un buen ejercicio que deberíamos hacer a diario, pero solo una vez, más de una creo que agobiaría.
Al hilo de esto vi una entrevista muy simpática a un personaje de la televisión, Mario Vaquerizo, que viene a corroborar lo que os contaba anteriormente. Decía que siempre antes de salir de casa la última mirada es para su espejo, pone caras y elige la mejor, luego la interioriza y así de estupendo proyecta esa imagen cargada de autoestima a los demás. Pues me parece un buen ejercicio que deberíamos hacer a diario, pero solo una vez, más de una creo que agobiaría.
El jabón lleva unas gotas de
orquídea venus (esencia), un refuerzo, según mi prima Mariví (experta y
apasionada de esta planta), que estimula las características femeninas de nuestra
personalidad y estabiliza nuestro lado femenino. Por supuesto, donde mejor
funciona es en cremas, que siempre acompaño con este jabón.
Qué adulador! Y me lo dice todos los días!!