Cortar una
barra de jabón es una gozada y estamparle un sello a cada uno, casi casi lo
mismo.
El jabón tiene,
según sus características, un tiempo para dejarse marcar. Los de la foto en
veinticuatro horas ya estaban en su punto. Aun así no puedo descuidarme, si la
saponificación (proceso en el que se forma el jabón) fue más rápida de lo normal el
jabón endurecerá antes y hay que adelantar el corte, ya que el dibujo no
podrá penetrar e incluso puede quebrar el jabón.
La mayoría de
mis jabones van adornados con sellos y tengo que tenerlo en cuenta a la hora de
la formulación. Aquellos que contienen sal, demasiado aceite de coco o cera de
abeja se van a resistir duramente, así que no los toco, no soy
partidaria de martillear o hacer algo que se le parezca. La verdad es que este
tipo de jabón no necesita adorno, sus caras son perfectas, superlisas y muy
suaves.
Ingredientes
que ablandan el jabón, la miel con diferencia, la fruta, la leche, el azúcar y
algunos aceites como el ricino, girasol, almendras y cáñamo. Un exceso de
estos componentes puede dilatar la espera para el sellado hasta más de
quince días, y tal vez, en el peor de los casos se quede pegado el jabón al
sello.
Hay que jugar
con las formulaciones hasta cogerle el punto, requiere algo de paciencia. Y es importante intentar que no se alargue demasiado el plazo para
marcarlo, al día siguiente, aproximadamente, sería lo recomendable, pero ante la duda toquetear suavemente el jabón por ambas caras y él os dirá si ya
está preparado, y si lo está, sólo una presión firme sobre el sello será
suficiente para un estampado perfecto.
Las que no queréis
renunciar a aquellas fórmulas que os hacen unos jabones estupendos pero no se dejan sellar, podéis endurecerlos a ablandarlos, según requiera, con sal o azúcar
(disueltos en agua) ¿Qué cantidad? A vosotras os corresponde encontrar el
equilibrio.
(“No hay
secreto para el equilibrio. Solo tienes que sentir las olas”)
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