Aceite de oliva macerado con rosas, hidrolato y extracto de rosas, manteca de karité, aceite de girasol biológico y cera de abeja
Tú y el universo
Cae la tarde y una sutil brisa
trastea en tus cabellos,
es pura y fresca
aviva tus sentidos
y negocia tu sonrisa.
La
noche, de lo ignoto se hace dueña,
el cielo arde
y millones de astros, centellean
al
ritmo que dicta el universo.
Absorta en tus
pensamientos,
viajas más rápida que la luz.
Llegas
a los rincones
más trágicos de la galaxia,
mientras observas con asombro
el prodigio del nacimiento
de una estrella.
El
Cosmos en tu alma ha penetrado,
en tus gestos se proyecta.
¡Está
en ti!
¡Por
fin lo has entendido!
¡La vida! ¡La
vida!
Ese único acto, que nos permite
descubrirnos a nosotros mismos
y
entender ya de una vez,
que sin ella, no existe el cosmos.
¿Para qué sirve tanta creación?
Si nadie la ve, si
nadie la siente
si nadie la explica, si nadie la disfruta.
¿Para
quién es? Si no hay un ser que la reclame.
Amor, el infinito
universo
no puede reconocerse a sí mismo
necesita
el pulso de un Corazón
para existir.
Has temblado un poco
la
brisa es algo más fría.
Has
llevado tu pensamiento tan alto
que has sentido el vértigo
de lo desconocido,
de lo inexplicable
de lo que nos hace sentirnos pequeños
e indefensos.
Sin darte cuenta
del inmenso
y maravilloso mundo
que hay dentro de ti.
Sientes inquietud,
te abrazas a mí con fuerza
necesitas protección.
No
sabes si reír o llorar
te transformas,
suspiras
tu
mirada es más sabia,
eres más hermosa.
La luz de la Luna te
acaricia,
sientes el
equilibrio de tu cuerpo
y
al respirar este aire puro
absorbes
“polvo de estrellas”
necesitas amar.
Ahora somos dos luminarias
caídas del cielo
que
necesitan encontrarse.
Por fin me descubres, me miras y me
sonríes.
Moriremos en el amor
perpetuando la existencia,
y dilatando el universo.
Mariano Álvarez
Martín abril de 2015