Algo desfasado de la temporada
veraniega, pero más vale tarde que nunca y además, presentarlo casi a finales de agosto parece que estira el verano.
Lleva zanahorias deshidratadas,
molidas y maceradas en aceite de girasol biológico, aceite de oliva,
manteca de cacao y cera de abeja. Muy apetecible para las pieles que ya están tostadas y quieren aguantar el bronceado.
Le acompaña una crema de noche,
nutritiva, naranja, brillante y untuosa que, aliada con el “dulce sueño”,
reparará los excesos del día… si los hubiere. Así que, a seguir disfrutando del
verano, del sol y de su maravillosa vitamina D.
“Los hombres deberían tener celos del sol” –Un hombre y una mujer (1996)-
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