Con macerados de lavanda, hierbabuena y romero en aceites de oliva y girasol (primera presión en frío)
Haber experimentado aquellas
sensaciones tan conmovedoras, produjo insomnio e intranquilidad en Betthina. Su
mente era un continuo volver a empezar las duras escenas del sufrimiento de Tuchia y aunque el desenlace
siempre desembocaba en clara justicia, el mimetismo sufrido la perturbó hasta
el punto de percibir los acelerados latidos de la sacerdotisa como suyos. Tanta
angustia le produjo una respiración jadeante
en vez de sosegada ventilación y necesitaba descansar…
Cuando al fin pudo conciliar el sueño,
poco a poco todas las funciones biológicas se fueron normalizando y la ligera
lividez de su tez fue recibiendo el color sonrosado de una fresca oxigenación
vascular. Durmió profundamente durante bastantes horas.
Despertó sin sobresaltos, de forma
apacible, sin confusión. Tomar un buen baño se convirtió en urgencia; el sudor
aunque fuera ligero era algo que no soportaba. Estuvo poco tiempo dentro del
jacuzzi, aunque lo mantuvo a toda pastilla para conseguir una buena
tonificación muscular. Con ayuda de la asistenta, se trenzó el pelo enrollándolo
al estilo “virgen vestal” de la Roma clásica. Pletórica de energía se dispuso a
dar un paseo y reunirse con sus amigas
para hacerlas partícipes de todo lo sucedido. ¡Estaba guapísima! Le dio un beso
a Julia mientras comentaba ─¡Un día
precioso, hay que disfrutarlo! Si quieres tómate el resto del día libre.─ No,
no saldré, lo dejaré para otra ocasión,
gracias Betthina.
La animada calle invitaba a gozar del
delicioso y primaveral frenesí madrileño.
Se dirigió a la tertulia con una carga de amor como nunca había sentido. Quería gritar al mundo ─¡Soy feliz,
soy feliiiz…os quierooo!─ Caminaba sonriendo, intentando visualizar la
expresión de sorpresa de sus compañeras cuando oyeran su relato. Especialmente
la de Sonia, la más joven, muy propensa a dejarse influenciar con cierta
facilidad por los temas esotéricos. Esta jovencita, licenciada en Medicina General,
realizó cursos académicos de Homeopatía en la Universidad de Zaragoza y un
master en la de Valencia, decantándose laboralmente hacia las “pseudomedicinas“,
Fitoterapia, Homeopatía, Acupuntura, Reiki, y Psicología Transpersonal (regresiones
espontáneas).
Conoció a Betthina en unas charlas de la “Fundación Europea de Medicinas
Alternativas”, sobre Fitoterapia, ciencia que pertenece al ámbito de la
medicina y relacionada estrechamente con la botánica.
─¡Asombrosos
seres que cautivos al suelo, nos regalan con generosidad una y otra vez toda su
carga vital. Así son las humildes y generosas plantas.─ Con esta aseveración se
exhibía cuando tenía la oportunidad de disertar sobre el poder curativo de las
mismas.
La llegada de Betthina fue genial, la
recibieron con una delicada algazara para no llamar la atención en el repleto
salón de la cafetería. Sorprendidas por
el nuevo peinado, la veían más joven y atractiva que nunca ─umm algo exótica─
pensaron. Era evidente que sentían por ella admiración y cariño.
Besó a cada una con gran efusión, al
tiempo que con voz clara y en sentido admirativo, dijo ─¡Esta vez no hubo
“gatillazo de burbuja!”─ Se produjo una
cierta perplejidad en el grupo que tardó en reaccionar, hasta que una ligera carcajada
fue el indicativo de que ya se habían percatado del mensaje; aunque no lo interpretaron
correctamente.
─¿Podemos pensar que por fin has
tenido una experiencia…bueno…una grata relación amorosa?─ comentó con retintín
Tina, compañera de habitación en aquel entrañable colegio mayor, donde
residieron los años de universidad.─
Licenciada en biología, justificaba la
carrera elegida como una consecuencia lógica del pensamiento científico que conquistó
su mente, donde el microcosmos y el materialismo serían desde entonces el
combustible de sus reflexiones, en contraposición con las de su bella amiga en
la que la metafísica y el universo ocupaban un lugar preferente para entenderse
con la vida. Desde entonces mantuvo una estrecha amistad con Betthi, como
cariñosamente la llamaba.
─¡Se nos ha enamoradoooo!─ dijo
Marta
─Os aseguro que no─ respondió Betthina con un rictus de persuasiva
sonrisa, característico en personas de fuerte temperamento y muy seguras de sí
mismas.
Sonia, fascinada por la enigmática
puesta en escena de su querida amiga, dirigiéndose al grupo suplicó ─Dejémosla que hable por favor. Betthi nos tienes en ascuas ¿qué experiencia
has vivido?─
─Antes, aunque os aburra, tengo que
hablaros de las vestales.─ Así, comenzó su relato, detallando posteriormente, todo
lo vivido desde el instante en que Manuel reventó aquella gloriosa pompa en su mismísima
cara, hasta su asombroso viaje al pasado. Se explayó en alabanzas a Tuchia y explicó cómo se produjo en ella una especie
de transmutación en la que por momentos,
se sintió la guardiana del fuego sagrado. Al terminar el discurso y observar la
expectación de tan atento auditorio, intentó hurgar en aquellas mentes, para
detectar el grado de credibilidad conseguido.
Sonia, fue un libro abierto; se zambulló en la
historia a pulmón libre, bien en profundidad, identificándose totalmente con su
amiga y dando fe de su veracidad. Con cierto tono apenado, pero con mucha
gracia dijo: ─¡Cómo te envidio! ya me
hubiera gustado experimentar algo parecido.─
Tina, quiso sostener la mirada de
Betthi, y aunque nunca lo había conseguido, ─vivos destellos ocres de los ojos de su
íntima amiga, siempre se lo impedían─ no dejaba de intentarlo. Tuvo que desviar
la mirada y de perfil, con una sonrisa taimada comentó ─¡Vaya porrito que te fumaste!─
─¿Cómo? ¿Qué dices Valentina?─
Cuando Betthi llamaba por su
nombre a Tina era señal de que algo empezaba a ir mal entre las dos y estaba
claro que esa observación no le hizo ninguna gracia. El radiante semblante de
Betthina se transformó en una expresión de enojo contenido. Se produjo un tenso silencio.
─Tu sabes que jamás fumé, y menos esa mierda ¿por qué me dices eso?─
─No te enfades Betthi, es broma. Quizá la mente te jugó una mala pasada, por esa obsesión burbujeante─
-¿Obsesión burbujeante? ¡vaya observación!, lo estás arreglando─ El rostro de Betthina por momentos, iba adquiriendo un gesto más severo de lo normal.
─No sabía nada sobre Tuchia ¿Cómo te lo explicas? Nunca oí ni leí nada sobre ella.─
─En algún momento que no recuerdas, oíste o leíste algo sobre esa sacerdotisa y algunas díscolas neuronas te lo han recordado jugando con tu consciente. Seguro que estabas despierta y aun así, te tomaron el pelo. En cualquier caso una mala pasada.─
─Tu sabes que jamás fumé, y menos esa mierda ¿por qué me dices eso?─
─No te enfades Betthi, es broma. Quizá la mente te jugó una mala pasada, por esa obsesión burbujeante─
-¿Obsesión burbujeante? ¡vaya observación!, lo estás arreglando─ El rostro de Betthina por momentos, iba adquiriendo un gesto más severo de lo normal.
─No sabía nada sobre Tuchia ¿Cómo te lo explicas? Nunca oí ni leí nada sobre ella.─
─En algún momento que no recuerdas, oíste o leíste algo sobre esa sacerdotisa y algunas díscolas neuronas te lo han recordado jugando con tu consciente. Seguro que estabas despierta y aun así, te tomaron el pelo. En cualquier caso una mala pasada.─
─O sea, según tú, unas cuantas
neuronas se han escapado de mi cerebro han desconectado sus sinapsis, se han
ido a Roma y desde allí me han transportado al templo de Vesta para divertirse
conmigo, bueno a costa mía. ¡Que poderío el de mi mente!. Te repito Valentina, de Tuchia nunca, supe,
nada, y mis neuronas como tú dices, si algo me han proporcionado ha sido una
emocionante y rica experiencia. Ahora
bien, que estés especulando una hipótesis sobre unas revolucionarias e
incontrolables neuronas, que serían las responsables
según tú de un estado anómalo de mi consciencia; no solo me ofende, si no que pones en cuestión
mi salud mental, además de destruir una historia tan hermosa. Y no me parece justo, por mucho que justifiques tus sentimientos con
simples conexiones químicas.─
─Pero Betthina, cielo, ¿cómo puedes
creer que has viajado al pasado?─ Tina, al igual que ella, optó por usar su
nombre en sustitución del diminutivo para no ser un sujeto pasivo en aquella batalla
dialéctica.
─Quizá expresé poéticamente esa
experiencia como viaje, cuando en realidad se trataba de un mensaje o vete tú a
saber, pero ni tuve noticias de Tuchia ni jamás estuve en el templo de Vesta antes
de ese momento y sin embargo lo describí con total exactitud, a tenor de lo que
de él queda en la actualidad.─
Sonia, intervino en la discusión en
favor de Betthina ─Tu siempre con el
materialismo a cuesta. Pues yo creo a pies juntillas a Betthi, no la veo
urdiendo patrañas ni fumando hierba, no tienes razón bonita. Además, has de
saber que ya hay estudios científicos donde se especula sobre la posibilidad de
que “el cerebro sea un receptor de la conciencia y los recuerdos, o lo que es
lo mismo del alma y no un creador de la misma” como manifiestas con tu “teoría
de divertidas y viajeras neuronas”.─
─Ya dije que ha sido una broma, ¿lo
dejamos ya?─
─Si, pero ya va siendo hora de que
aceptes que existen otras realidades que por su naturaleza son imposible de
explicar: ni por las matemáticas, ni por la física tradicional o cuántica, me
da igual, ni por la química y menos por el materialismo dialéctico. Si no lo
haces, estarás dejando pasar la oportunidad de ampliar aún más tu horizonte de
conocimientos.─ contestó con firmeza Sonia.
─Yo ya tengo suficiente horizonte con
los átomos y la genética cielito, que la cosa no iba contigo.─
─Ya, pero la bromita no tuvo gracia Tina─ concluyó Sonia.─
─Ya, pero la bromita no tuvo gracia Tina─ concluyó Sonia.─
Marta, era ginecóloga, sin duda la
más risueña y con más sentido del humor de las cuatro. Su extrovertido carácter
le permitía hacer amigos con facilidad. Racional, pero extremadamente pasional si
la situación lo requería. De cuando en cuando afloraban en ella indicios de
alborotada fogosidad, aunque solía enmascararlos recurriendo a la lógica. Ella
misma se definía como una dubitativa amazona cabalgando sobre el agnosticismo.
Para calmar algo la tensión producida, nuestra ginecóloga desvió la conversación hacia lo anecdótico del encuentro entre Betthina y Manuel.
─Betthi, lo que hubiera dado por ver a ese muchacho cayéndosele la baba con tus encantos, ja ja ja─ intervino riéndose Marta ─Tuvo que ser una escena fantástica, yo no hubiera podido aguantar la risa. De verdad, mejor no la has podido describir. Un gag digno de una película de “Mr.Bean”.
Para calmar algo la tensión producida, nuestra ginecóloga desvió la conversación hacia lo anecdótico del encuentro entre Betthina y Manuel.
─Betthi, lo que hubiera dado por ver a ese muchacho cayéndosele la baba con tus encantos, ja ja ja─ intervino riéndose Marta ─Tuvo que ser una escena fantástica, yo no hubiera podido aguantar la risa. De verdad, mejor no la has podido describir. Un gag digno de una película de “Mr.Bean”.
─Sí, sí que lo fue y aunque en ese
momento no me llamó la atención nada que no fuera la espectacular burbuja, al
recordarla no tuve más remedio que reírme.─ Betthi hacía esfuerzos por retomar
el estado eufórico con el que hizo acto de presencia, notándose una cierta
inquietud en ella; como si estuviera
preparando algún otro acontecimiento a sus compañeras.
─Quiero comentaros algo. Cuando venía hacia aquí, he leído en la prensa el hallazgo en Septem Fratres de unos vestigios romanos. Parece ser que bien conservados y esto me interesa bastante, por lo que he decidido darme una vueltecita por allá─.
─No corras Betthi ¿Dónde dices que han aparecido esos restos arqueológicos?─ preguntó sorprendida Tina con ganas de conectar de nuevo con su querida amiga; con disimulo, como si no hubiera pasado nada.
─Quiero comentaros algo. Cuando venía hacia aquí, he leído en la prensa el hallazgo en Septem Fratres de unos vestigios romanos. Parece ser que bien conservados y esto me interesa bastante, por lo que he decidido darme una vueltecita por allá─.
─No corras Betthi ¿Dónde dices que han aparecido esos restos arqueológicos?─ preguntó sorprendida Tina con ganas de conectar de nuevo con su querida amiga; con disimulo, como si no hubiera pasado nada.
─ ¡Venga ya! me sorprende que no recuerdes
que se trata de la actual Ceuta, la de las siete colinas. Igual que Roma. ¡Con
la de veces que hemos hablado de ella y de los grandes navegantes fenicios!. Ellos,
la fundaron con el nombre de Abila, posteriormente nombrada Hepta Adelphoi por los
griegos focenses, Septem Frates por los romanos y Septa por los bereberes hasta
evolucionar a Ceuta─.
─Ya recuerdo, pero si directamente hubieras dicho Ceuta, no me hubiera sorprendido. ¿Verdad chicas? ─
─Ya recuerdo, pero si directamente hubieras dicho Ceuta, no me hubiera sorprendido. ¿Verdad chicas? ─
─Silencio. No hubo respuesta.─
Estaba claro que tanto Marta como
Sonia se habían posicionado al lado de Betthina.
─¡Betthi, Betthi! ¿Qué es eso de griegos forenses?─
preguntó intrigada Marta─.
─¿Qué dices de forenses? Jajaja… Dije ¡griegos
focenses!
─Por un momento creí entender “griegos forenses”,
¡Dios mío! que yo sepa, en aquella época esa especialidad médica dudo que existiera…ja
ja…bueno tal vez ninguna. Jolín ¿en que estaría pensando yo?, ¿o tal vez tenga
que ir al otorrino─
Se produjo una risotada y una
expectante calma; esperaban la extensa respuesta de Betthina, la conocían bien
y cualquier pregunta que se suscitara sobre historia, sería la enzima que detonaría una reacción en cadena de
locuacidad docente difícil de parar.
No se hizo de rogar, Betthi entró al
trapo con facilidad. Se la notaba con ganas de calmarse y la oportunidad se la
daba Marta.
─Eran navegantes griegos procedentes de Focea,
una ciudad griega fundada por los focidios y establecida en Asia Menor, hoy la
actual Turquía. Según Herodoto fueron los primeros navegantes griegos que se
aventuraron en largas travesías. Se les atribuye el descubrimiento de Iberia y
Tartesos y lo más probable es que se dieran un garbeo por Ceuta…
Sonia, inocente, sin malicia, desató
otra explosiva verborrea; cuando se le
ocurrió comentar que ella había tenido la fortuna de cruzar el estrecho rumbo a
Ceuta y contemplar la majestuosidad del Yebel Musa. ─¿Sabías Betthi, que ese
monte es más conocido como la Mujer Muerta?─
─Si, pero no he tenido la suerte de
contemplarlo─ dijo Betthina ─Os diré que en la mitología greco-romana
se habla de los doce trabajos de Hércules y cómo a modo de monumento, cuando acabó la última
tarea plantó dos columnas en el estrecho de Gibraltar. Una la colocó al Sur,
Abila; algunos la identifican con el monte Hacho de Ceuta, otros con el Yebel
Musa, en Marruecos; la otra al Norte lo que conocemos como el Peñón de
Gibraltar, Kalpe. Pues bien, esa mujer muerta de la que hablas es probablemente
una de las columnas. Lástima, porque de no haber tenido pechos podría tratarse
del mismísimo Hércules, El Heracles griego.
Nunca he ido a Ceuta, así que os
invito a venir conmigo. ¿Quién se
apunta? No quiero ir solita.─ Entusiasmada
intentó persuadirlas pero; no obtuvo una respuesta inmediata, así que
siguió argumentando su propuesta.
─Nos alojaríamos en un hotel de lujo muy peculiar, ya que ocupa parte de unas murallas muy bien conservadas de origen portugués, con un foso que sirvió de bastión defensivo y por donde el agua rompe la pequeña península convirtiéndola en una isla. Es una panorámica entre natural y urbana, una preciosidad ¿Qué os parece?. Presiento que nos esperan momentos emotivos para disfrutarlos.─
─Nos alojaríamos en un hotel de lujo muy peculiar, ya que ocupa parte de unas murallas muy bien conservadas de origen portugués, con un foso que sirvió de bastión defensivo y por donde el agua rompe la pequeña península convirtiéndola en una isla. Es una panorámica entre natural y urbana, una preciosidad ¿Qué os parece?. Presiento que nos esperan momentos emotivos para disfrutarlos.─
─Cuando sería─ preguntó Marta.
─Quisiera ir este o el próximo fin de semana. No creo que os afectara mucho─
─Quisiera ir este o el próximo fin de semana. No creo que os afectara mucho─
─Yo los dos próximos sábados los
tengo ocupados, uno de guardia y el siguiente en un congreso internacional que
se celebra en Valladolid, no puedo acompañarte Betthi.
─Me gustaría que fuera la próxima
semana, estoy loca por ir ¿Te vienes Valentina ─ Dijo Betthi mirándola
fijamente. Aún se notaba un grado de afectación en
Betthina, por aquel gracejo impropio de Tina.
─Me atrae pero no va a ser posible,
demasiado trabajo las próximas semanas, incluidos los sábados. Ha tomado
vacaciones mi compañero de servicio y su trabajo, en parte, he de hacerlo yo─ contestó Tina con cierta tristeza.
Estar junto a Betthi compartiendo sus aventuras
y relatos siempre la habían proporcionado bienestar y riqueza espiritual de la
que no estaba sobrada, siendo esto último, el motivo de grandes pero estériles
discusiones, si bien, terminaban dándose un beso y un cariñoso abrazo. ─Marta,
en alguna ocasión comentó que Valentina era el “álter ego” de Betthi ya que trataba de emularla en algunos aspectos
sin mucho disimulo. Una observación quizá algo exagerada.─
A Sonia, se la notaba dubitativa pero bastante interesada ante la invitación de Betthi, tenía compromisos para los próximos sábados, pero era una persona dada a no desperdiciar invitaciones ─vamos que se apuntaba a un bombardeo si fuera necesario─ así que tomó la decisión de posponer aquellos asuntos.
─ ¿Estaríamos de vuelta el lunes?─
─Yo creo que sí, el domingo a mediodía
tomaríamos el ferry hacia Algeciras y de allí a Málaga para coger el AVE de vuelta a Madrid.─
─Pues te acompaño Betthi, ¿tú te encargas
de pasajes y alojamiento─
─Si, no te preocupes. El próximo
viernes, después de una corta travesía donde me gustaría tener la oportunidad
de ver los delfines comunes y tal vez el delfín mular, dormiremos como ángeles en
el Hotel la Muralla de Ceuta─ Se abrazó a Sonia y la estampó un sonoro beso.
Se despidieron cariñosamente entre todas,
aunque Tina tuvo un gesto más efusivo hacia Betthi. ─En tu próximo viaje cuenta
conmigo─ le dijo al oído.
─¡Ay Tina! a veces no te entiendo.
Bueno ya hablaremos cuando vuelva.─ Betthi posó sus manos sobre los hombros de
Tina y con un leve zarandeo dándole un abrazo y un delicado beso le dijo ─Pórtate
bien.─
Con todo preparado para el viaje,
llamó a Sonia para ir a recogerla pero antes de que esta descolgara el teléfono
cortó la llamada y salió precipitadamente hacia el cuarto de baño. Abrió con calma el mueble de
los perfumes y mirando fijamente el paquetito donde envolvió el objeto que le
proporcionó tantas emociones, tendió su mano hacia él, frenó el intento de
cogerlo y se mantuvo pensativa unos instantes. Por fin se decidió, lo tomó y lo
guardó cuidadosamente en uno de sus bolsos. Llamó de nuevo a Sonia y salió
lista para su aventura.
Mariano Álvarez Martín
2 comentarios:
Afortunada de compartir los sueños de Betthi y su pasión por las burbujas. Gracias
Gracias a ti. Un saludo
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