Me llevó algún tiempo conseguir
esta crema-gel o loción. Formulaba y reformulaba para acabar
siempre con un “bueno… no está mal, mañana lo intento otra vez”. Quería, con
tres ingredientes sencillos; agua, aceite
y un gel vegetal como emulsionante; encontrar la textura ideal, esa que es ligera
pero cremosa, fresca, de rápida absorción y no deja rastro de aceite.
La tenía medio aparcada cuando,
casualmente, buscando una emulsión para un plato de verduras, di con ella.
Mientras la cocinaba no me llegó
la conexión, pero en el momento de volcarla sobre las verduras asocié ideas.
Los ingredientes eran los mismos
que yo empleaba y las cantidades muy aproximadas, pero distinta la elaboración.
Reabrí las “investigaciones” y en el primer intento ¡salió! Convencida más que
nunca que la cocina y la cosmética son íntimas.
Sabía para quién iba a ser. Con
esa textura y esos ingredientes… para un bebé.
Me repito muchas veces en que la piel de un bebé no necesita nada. Está más que preparada para cuidarse sola, pero a las mamás les gusta masajearla despacito después del baño. Sólo con agua y aceite es suficiente, aun así prefieren la crema, pues ya la tienen. Con hidrolato de lavanda y aceites de oliva y coco bio macerados con caléndulas.
(Macerado de caléndulas)
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