El ginkgo biloba es un árbol de gran interés
ornamental por la curiosa morfología de sus hojas y a la vez muy atractivo en medicina
y cosmética. Sus semillas se utilizan por sus propiedades vasodilatadoras
ejerciendo un efecto relajante sobre los vasos haciéndolos elásticos.
Maravilloso antioxidante. Si alguna vez os encontráis con alguno acariciad su
tronco, está templado en pleno invierno. Darwin lo llamó fósil viviente, se le
considera la especie superior viva más antigua del planeta.
Os voy a contar su historia.
Tiene muchos nombres pero el que mejor
le define es el de “Hosen-Ji, el portador de la esperanza”.
Hosen-Ji, junto a otros tres ejemplares más de
esta especie, fue el único árbol que quedó en pie tras la explosión
nuclear de Hiroshima.
No fue suerte ni casualidad. Sobrevivió por su
singular biología. Es un fósil viviente que coexistió con los dinosaurios.
Evolucionó en un tiempo en el que la atmósfera terrestre poseía una
configuración diferente a la actual, se encontraba fuertemente oxigenada. Razón
por la que esta especie tiene una alta tolerancia a la oxidación. El mismo tipo
de oxidación celular que acabó con todos los tejidos vivos de los seres que se
encontraban en el epicentro de la explosión. (Después del desastre, científicos
comenzaron a estudiar sus propiedades curativas. Aunque ya, desde 1100 d.C.,
los monjes budistas lo cultivaban para este fin).
Hoy sigue en pie, en el mismo lugar, lo dejaron
allí y construyeron un templo ajustándolo a su alrededor, para protegerlo. En
su corteza se han grabado rezos y plegarias por la paz.
¡Qué hermosa es la naturaleza!
Feliz Navidad