Os dejo estos enlaces relacionados:
Hechos a mano con aceites y mantecas de primera presión 100 % naturales, plantas medicinales ecológicas y esencias puras. Elaborados con fórmulas equilibradas, correctas y precisas adecuadas a las necesidades de cada tipo de piel.
martes, 27 de mayo de 2014
Jabones naturales de caléndula y aciano
lunes, 19 de mayo de 2014
Bálsamos labiales de cera de abeja con aceite vegetal y lanolina con manteca de cacao
El primero lleva su color natural, al segundo le puse un tono rosa bermellón a juego con el color de los labios. Aromas de vainilla y fresa.
Éste último quería hacerlo porque son muchas las nenas, a partir de 9 años o menos, que ya empiezan a quitarles los labiales a las mamás y les gustan los besos "con brillo, rosa y olor a frutas". Para esta piel tan tierna el bálsamo es perfecto por sus ingredientes naturales y para las menos jóvenes es, además, una "inyección de sensualidad".
Un par de recomendaciones.
La histología de los labios es diferente al resto de la piel. Aunque tienen una gran capacidad de regeneración, cuatro veces más, son más sensibles y con menos defensas al carecer de melanina. Hay que evitar el reflejo de humedecer los labios con la lengua. La saliva elimina la fina capa de grasa que los protege produciendo grietas y sequedad.
Y no arrancar la piel muerta, evitaremos algún que otro sangrado y una posible infección.
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aceite de membrillo,
lanolina
lunes, 5 de mayo de 2014
Crema de flores. Macerados, extractos y destilación
Me obsesionaba el tema y durante más de un año le di vueltas ¿Por qué a veces emulsionaban y en otras se separaban las fases? Estaba desorientada pero sabía que era cuestión de insistir y de anotar exactamente los pasos e ingredientes que daba en cada intentona. Soy cabeza dura, por deducción o por casualidad lo tenía que conseguir. Y fue el azar, en este caso, el que me ayudo a aclarar las dudas. No era problema de componentes ni cantidades, lo que fallaba era la temperatura. Debía evitar que subiera a más de 37º. A partir de aquí, empecé a jugar con todos los ingredientes que se me ocurrían, aceites, macerados, extractos, tinturas, mantecas, cereales… todas emulsionaban.
Sin embargo esta fórmula no sirve para cremas muy fluidas (corporal), al aumentar el porcentaje de agua es imposible ligarlas, en estos casos utilizo ceras vegetales que no dan problemas. Y sí que siento el no poder emplear solo cera de abeja. La que uso es pura, sin tratamientos, conozco al apicultor y el saber la procedencia de los componentes me da seguridad y garantía para mi piel y para la vuestra. Imaginaos una crema hecha con un macerado de flores de camelia y membrillo del jardín, con hidrolato y extractos de lavanda y romero recién cogidos del campo y cera de abeja pura, cuyo único tratamiento ha sido limpiarla tu misma.
Acabo con un poco de historia. La primera nutritiva facial más parecida a la que os presento, denominada colcrém (crema fría), está registrada por el médico griego Galeno de Pérgamo, del siglo II y la heredamos de su obra “Métodos y médicos”. La fórmula consiste en derretir una parte de cera de abeja en tres partes de aceite de oliva, añadiendo tanta agua de rosas como pueda absorber la “masa”. Una variante de esta crema (se reemplaza el aceite de oliva por aceites minerales) que ha conservado su formulación original desde el año 1.911, la encontramos en la famosísima marca comercial Nivea.
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